Ahí estoy yo o ahí está ella, la que se parece a mí pero en ocasiones no conozco, ahí está, acompañada de punzantes recuerdos que se desnudan sin pudor mientras llueve el dolor, la angustia y la frustración sobre mí. Gotas gigantes y saladas, pero no me importa saber de dónde bajan, el delirio me baña mientras la piel permanece erizada. ¿Cuantas veces he vivido esto? Cada vez que se aproxima la concurrente soledad es como si todo volviera a empezar, es como si supiera de memoria el libreto de este drama cíclico que nadie ha presenciado jamás. Quiero enfrentarlo, voy a enfrentarlo, quiero arrancar la costra hipócrita de mi herida, la que nunca cicatriza...