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Las palabras son besos en tiempos de cuarentena - Confesiones Pandémicas #3

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"La vida o la muerte se esconden debajo de tu lengua".  Pr. 18     Parecía que no era el momento para decirlo, la gente aun chocaba sus hombros por las calles sin pensar en el peligro, quizás sonaba como una reflexión bohemia e inoportuna en medio de negociaciones de la bolsa de valores,  pero estoy segura que siempre lo supimos; la economía nunca tiene presupuesto para el amor. Cuando todos tocamos fondo, presos del aislamiento, las palabras son el  único recurso que solventa nuestro miedo al futuro, porque la hostilidad convierte las caricias en un lujo. Ahora distantes y en medio del silencio que deja el virus cuando acaba el día, la habitación se hace diminuta y mientras lees estas palabras estamos más cerca que nunca. Estoy contigo, aunque la fatalidad te haga dudar. Puedes sentir mi voz pasearse por tu cabeza, entretanto cada frase adorna tus sentidos con palabras insistentes y aceleradas, como nuestros corazones. Tu boca retiene la vida que busca desesp

Más peligroso que el coronavirus - Confesiones Pandémicas #2

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                                Podría ser más peligroso que acabe la cuarentena a que la crisis pandémica  continúe. Lo creo después de leer en redes cómo el mensaje de estos tiempos parece no penetrar nuestras conciencias sino que acelera la decadencia de la condición humana. La gente está planeando gastar, salir y comer desmedidamente cuando pase la tormenta de abstinencia. Seguro que así será para muchos solo en los primeros días, probablemente otros lleven este desenfreno a consecuencia fatales y  no debemos dudar que los excesos repercutirán en toda la vida que nos rodea, bueno... ¡La que queda!  La reflexión de cuidar el planeta, la salud propia y el control del consumo se desvanecerá cuando el hombre no tenga "nada a qué temerle". Es inevitable referenciar una película muy comentada por estos días, "El Hoyo" de Netflix. Recuerdo a los personajes que ya habían estado en los niveles más bajos de la carcel, enfrentarse a la necesidad, la hostili

Mamá en cuarentena

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La pandemia para mi madre Miedo al encierro y la oscuridad Salimos a leer

Siempre he pensado en la muerte - Confesiones pandémicas #1

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Siempre he pensado en la muerte, incluso he idealizado la mía una y otra vez mientras pisoteo mi autoestima. Ahora, justo ahora que la muerte se pasea por calles desocupadas pienso en la vida, no porque tenga miedo a morir, sino porque finalmente entiendo que en el ocaso de la existencia se aproxima otro tipo de alba y el luto es anulado por la eternidad.  Hace cincuenta y siete días he puesto mis pensamientos en cuarentena, con un cuaderno lleno de palabras aisladas de la gente y preguntas de las que quizás no quiera escuchar respuesta aun. Hojas llenas de cosas que existen pero no se ven. Ante el inminente habito del ser humano por justificarse en otros, sentí necesario el límite y el silencio como única vacuna al miedo y la ansiedad. De repente, el mundo está infectado de un virus amenazante y no puedo, ni quiero escapar de la reclusión, ahora global. No me alegra la desgracia, no ignoro el daño y las consecuencias, pero el caos está lejos de mi mente, por estos

Desesperanza

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El día en que nuestro mundo  modernamente visible pero obsoletamente vivible se acabe, en el momento en que nuestra humanidad destruya todo lo tangible, respirable y comestible, la hora en que las cifras se desvanezcan y la desesperanza no sea evidente, sino, asfixiante e irreversible, ahí, justo ahí quiero mirar a otro lado, negarme a retroceder y por fin entregarme a la convicción de tenerlo todo en el alma, aún cuando lo físico se quede en la nada. Ya  no necesitaré un espejo, mi cuerpo al fin se emancipará de la opresión, los juicios y mi propia mutilación. Somos eternos fuera de esta cúpula universal y entre más corremos debajo de ella, más se aproxima la demolición de este falso bienestar, con un único exilio desde donde nos miran las estrellas.   No hay esperanza bajo nuestra naturaleza, no hay un futuro duradero aunque abunde el dinero. Mi alma bajo tu sombra descansa. MS

Profecía

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Por lo general los hombres caen gradualmente en la bajeza.           Fotografía: Melary Sarmiento En mi caso, en un sólo instante, toda virtud se desprendió de mi cuerpo como si fuera un manto. De una maldad comparativamente trivial pasé, con la zancada de un gigante, a enormidades peores que las de un Heliogábalo. Acompáñenme en el relato de la oportunidad, del único acontecimiento que provocó una maldad semejante. Fragmento del cuento William Wilson Edgar Allan Poe

¿Alguien movió bruscamente las manecillas del reloj?

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-¿Dream hostel?- Pregunta la joven un poco preocupada. -No te entiendo- Contesta él con cara de confusión. -¿Mamatoco? - Con su acento inglés intenta reincorporarse la chica. Él cambia su rostro de extrañeza,  he inmediatamente con tono alegre responde. -¡Aaaah no! Todavía falta mucho. En este bus vas a demorar más que lo que duraste en el vuelo. Me quedé detallando su persona, dos palillos en la oreja, uñas largas, sonrisa alargada, su tez tostada por el sol y las manos puestas en el timón. Solo tenía diez minutos de estar en mi ciudad y ya este señor con su personalidad caribeña me sacó un par de carcajadas sin que pudiera evitarlo, gracias a su gesto “inocentemente” burlesco, propio del calor, la arena y el mar. Mar que desde arriba se hace más inmenso mientras yo me vuelvo más diminuta. Aguas encapsuladas en un ovalo para mi infinita contemplación.  Justo en ese momento hay una explosión de melancolía  y se sienta encima de mí un ser emotivo que me aplasta el lagrimal, h